Un poquito de historia

La historia antigua de grandes civilizaciones ha forjado la historia actual de la humanidad. Egipto nos ha legado una cantidad ingente de datos para componer el puzle de su historia, iniciado ya hace más de 5.000 años. Este gran imperio unificado por el rey Narmer y seguido por treinta dinastías floreció a ambas orillas del fértil Nilo y su delta. La construcción de las primeras pirámides  funerarias data del Periodo Arcaico, que nos ha dejado ejemplos tan fascinantes como la pirámide escalonada de Saqqara dedicada al rey Zoser y las de Giza, dedicadas a Keops, Kefren y Micerinos. 

Puede que estos datos los hayamos estudiado en el colegio, o leído algo en diagonal o haya despertado nuestra curiosidad un poco más allá de la superficie, pero para lo que uno no está concienciado hasta que pisa Egipto por primera vez es para esa emoción de conectar con el pasado glorioso de la humanidad. 

Egipto es mucho más que jeroglíficos y pirámides. Su antigüedad no se ciñe a los periodos de imperios faraónicos. A estos gloriosos periodos, les siguen las etapas helenística, con Alejandro Magno y la fundación de Alejandría ; la etapa romana, con Cleopatra VII, Ptolomeo XIII y Julio César y el periodo copto en el que se divide y reparte el imperio entre Roma y Constantinopla. En esta última etapa se deja de lado la cultura del Antiguo Egipto pero también deja un legado monasterios, lugares de peregrinación en vigor en la actualidad.

Pero además de todas estas joyas arquitectónicas, Egipto es un país de aromas y colores, mercados y zocos, desiertos y oasis, la riqueza del fondo del Mar Rojo y una gastronomía absolutamente deliciosa. 

Un poquito de experiencia

En mi primera visita en familia a este diamante africano me tuve que empapar de las tumbas excavadas en el Valle de los Reyes y de las pirámides, es imprescindible. Tanto me concentré en su admiración que en el recorrido por el interior de la pirámide de Keops levanté la cabeza demasiado pronto en un corredor de techo muy bajo que desembocaba en una de las cámaras funerarias. El golpe en mi cráneo viajero fue tal, que me tuve que tumbar en el suelo de la cámara un rato. Entre el mareo, el frio de la piedra y el ambiente de misterio y emoción, ¡me vi a mi misma compartiendo espacio eterno con el mismísimo rey Keops ! pero afortunadamente me quedé en el mundo de los vivos con un buen recuerdo en forma de chichón. Ojo con las alturas de los corredores, ¡no digo más !

Un poquito de fantasía

El Egipto Antiguo está rodeado de misterios e historias de maldiciones. 

La muerte golpeará con su bieldo a aquel que turbe el reposo del Faraón

Es la inscripción supuestamente escrita en una tumba, sobre un ostrakon de arcilla. Para evitar a los supersticiosos, esta prueba fue dada por perdida.

Como te puedes imaginar, se trata de supersticiones, basadas en ciertas inscripciones jeroglíficas encontradas en algunos sarcófagos en los que se advertía sobre los peligros de profanar tumbas, robar sus tesoros o dañar de alguna forma al que allí descansaba, que además de descansar, observaba desde el más allá.

Las supersticiones son muy antiguas, antes incluso del desciframiento de los jeroglíficos a partir de la piedra de Rosetta por el historiador y erudito francés Champollion en 1822, cuya lectura pudo confirmar estas advertencias de maldición y muerte al infractor halladas en algunas tumbas.  

Estos temores están especialmente arraigados entre los británicos. Tras el descubrimiento de la tumba de Tutankamón por un equipo al frente del que se encontraba Howard Carter, se desataron habladurías de enfermedades repentinas y muertes inexplicables (como la de Lord Carnarvon, aristócrata inglés que financió los trabajos) de los profanadores, dando lugar a que se afianzase el temor a la Maldición del Faraón. Todos hemos podido comprobar que posteriormente ha dado como fruto un buen puñado de fantasías de faraones enfadados llevadas al cine.

Sin embargo en el propio Egipto estas ideas no han calado mucho, entre otras cosas porque se suma la creencia de que una maldición puede volverse en contra del difunto, así que hay que tener cuidado con las amenazas que son como un boomerang.

Un poquito de chicha

Lo que no es ninguna fantasía sino algo muy muy real es lo bien que se come en Egipto, especialidades a caballo entre la cocina africana y la mediterránea. Un clásico de la cocina egipcia es el kushari, a base de arroz, pasta y legumbres con ajo y vinagre, cubiertos por tomate picante, apto para vegetarianos, aunque algunas veces añaden carne. Si te gusta la carne no dejes de probar la paloma rellena, de criadero, no cunda el pánico. Es un manjar. Y seguro que fuera de Egipto has probado una de sus especialidades : el mashi. Consiste en arroz con carne picada y especias, tomate, pimiento, berenjenas y hojas de parra. También muy popular es el kobeiba, carne picada de ternera, frutos secos y especias. Y si te queda hueco no olvides el postre : kunafa, elaborada con mozzarella, mantequilla, azúcar y zumo de limón o el famoso y contundente baklava a base de láminas de hojaldre cubiertas de miel y rellenas de pasta de frutos secos y cocinadas al horno. Un bocado delicioso tanto en Egipto como en Irán, Siria o Turquía. Vas a querer aprender a cocinar alguno de estos platos a tu vuelta, seguro.

En mi segundo viaje a Egipto probé algo nuevo para mi, la molokhia, que es una sopa espesa a base de hojas de mulujía, una variedad del yute. En algunas zonas de interior le añaden carne y ya es un plato muy completo y en la zona costera de Alejandría le añaden pescado o gambas. Yo la probé con conejo. Exquisita.

Un poquito de naturaleza

Se os ha hecho la boca agua, como si lo viera. Os llevo a otra maravilla de este país, para que os distraigáis un poco de las tripas que crujen. Una excursión al impresionante desierto Blanco desde el Oasis de Bahariya. El Desierto Negro, que nos encontramos en primer lugar, es de origen volcánico y sus colinas parecen espolvoreadas con cacao. Ups, hablando de manjares otra vez… Impresionante la Montaña de Cristal  y la gran duna de arena al-Ghurabi como extensión de la duna móvil Abu Muharrik (se mueve unos 9 m al año). La llegada al Desierto Blanco nos regala sus impactantes formaciones rocosas de color blanco sobre una cama de arena dorada, que conforman uno de los paisajes más bellos de este planeta.

Antaño un mar interior, el tiempo ha esculpido estructuras en forma de setas gigantes a partir de rocas sedimentarias calizas y yeso. Por su origen, se pueden ver conchas, corales fosilizados y restos de animales marinos. Se trata de un recorrido que se hace con un guía y conductor experimentado, que hay que conocer el desierto.

Un poquito de agua

El fondo marino del Mar Rojo lo he podido disfrutar desde Jordania. Pero eso es material de otro post…

La suma de poquitos es igual a infinito.

Seguiré viajando… donde el viento me lleve.

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